Los
diez miembros de una presunta banda que fueron juzgados en la Audiencia
Provincial en enero por simulación de delito y estafa procesal han sido
declarados inocentes finalmente al no poder probarse que los accidentes
que sufrieron fueron simulados con el fin de engañar a la
aseguradora. Las peticiones de prisión por parte de Ministerio Fiscal y
acusación particular iban desde los nueve meses hasta los cuatro años
así como el pago de una indemnización de casi once mil euros, cantidad
que se recibió por una acusada en uno de los dos accidentes.
En total fueron diez los juzgados y dos más que no comparecieron al
encontrarse en paradero desconocido. Se trataba, en concreto de J.G.L.,
A.G.H., I.M.H.A., G.G.H., A.M.H., J.G.C., R.G.S., S.G.C., A.P.M. y
C.H.G, mientras que los que no estuvieron en la vista responden a las
iniciales de A.M.S.R. e I.C.R.C. Todos los acusados declararon que los
accidentes habían sido reales y que, si firmaron las renuncias a
posibles indemnizaciones de la aseguradora fue por presiones por parte
de un detective privado que contrató la empresa que por aquel entonces
se llamaba Groupama.
Testigos y agentes de la Guardia Civil, además, tampoco arrojaron
culpabilidad sobre los acusados y solo uno de ellos afirmó que le
extrañó el hecho de que a su llegada, en el segundo accidente ocurrido,
las dos personas que se encontraban dentro del coche tuvieran puesto el
cinturón de seguridad. Estas se trataban precisamente de las dos que no
han comparecido y que, según el informe del detective, reconocieron que
el segundo accidente fue pactado y que ellos mismos no se encontraban en
el mismo cuando se produjo.
En la jornada del martes se comenzó con la declaración de dos
personas que se encontraron en el primer accidente y que fueron
desimputadas tras su declaración en el juzgado de Instrucción en las
cuestiones previas. Este martes, en calidad de testigos y con la
obligación de decir la verdad, dijeron que tras el accidente se quedaron
hablando sobre el seguro y que si en su primera testificación hablaron
de "chanchullos" como afirmaba la acusación particular se refería más
bien al papeleo que se debió hacer.
El detective también testificó queriendo dejar claro que en ningún
momento practicó ninguna acción coactiva o amenazante para que se
firmaran las renuncias y que estas se hicieron de manera voluntaria con
la ayuda de él mismo después de encontrar contradicciones y de que el
propio A.M.S.R., al que no se le ha tomado declaración, lo confesara.
Por otro lado, aseguró no recordar varias cosas después de casi cuatro
años como una supuesta llamada que realizó al abogado de varios acusados
en su día, que también compareció.
Después de escuchar a acusados y testigos, el Ministerio Fiscal y
acusación particular mantuvieron la pena para siete acusados y la
subieron para tres en los términos que aparece arriba. Según el alegato
final del primero, no hay siquiera pruebas de que el primer accidente se
hubiera producido y en el segundo existen incongruencias en unas
declaraciones que, según dice, no fueron claras. El abogado de la
acusación no puso en duda la realidad de los accidentes aunque sí que no
fueran fraudulentamente pactados con anterioridad. Los abogados
defensores, en cambio, pusieron sobre la mesa la presunción de inocencia
de sus defendidos y que no ha sido en ningún momento rota por las
pruebas ofrecidas en el juicio.
Primer accidente
En la jornada del lunes se tomó declaración a los diez acusados
presentes, en el que todos aseguraron que los accidentes fueron reales.
En el primero de ellos, del 23 de julio de 2011, estuvieron implicados
dos turismos y nueve personas repartidas entre ambos vehículos. Sin
embargo, fueron siete los juzgados, en concreto se trata de J.G.L.,
A.G.H., I.M.H.A., G.G.H., A.M.H., J.G.C. y C.H.G. El accidente ocurrió
en la rotonda del E.Leclerc cuando el turismo que conducía J.G.L. chocó
por detrás contra el que estaba dirigido por A.M.H. en la entrada de la
carretera de Alba de Tormes, de donde procedían.
En su declaración, el primer acusado declaró que el accidente fue
real y que en ningún momento se llegó a un acuerdo, ni antes ni después
del suceso, de realizar ningún tipo de "chanchullo". El hecho,
posteriormente, sin embargo, fue juzgado por la vía de un delito de
faltas al que, según denunció en la vista, renunció después de amenazas
por parte de un detective privado contra su familia y su persona, al
decirle que si no firmaba acabaría en la cárcel. Además, aseguró que si
no denunció estas presuntas amenazas fue por miedo a posibles
represalias. Esta renuncia la firmó también en nombre de su primo,
J.G.C., con el consentimiento de este ya que se encontraba en Alicante.
Este último, también presente en el mismo vehículo, reafirmó la
declaración de su primo y aseguró que el accidente fue real y que en
ningún momento le pareció que fuera premeditado. Al contrario que
J.G.L., el acusado afirmó acudir al día siguiente al hospital aquejado
de dolor de espalda pero que no le llegó ninguna factura posterior pese a
que el Ministerio Fiscal afirma que sí existe dicha factura por valor
superior a los 140 euros. La rehabilitación posterior a la que se
sometió, sin embargo, la cortó él mismo pidiendo el alta ya que se
encontraba bien, según confesó, y se tenía que ir a Alicante. Aseveró,
asimismo, que no conocía a los integrantes del otro vehículo y que si
renunció posteriormente a posibles indemnizaciones fue por lo que le
comentó su primo ya que con él no tuvo contacto el propio detective.
En el turismo que chocó contra el otro también estaba presente una
familia de padre, madre e hijo que, según comentaron en su declaración,
no conocían al conductor y a su primo directamente sino que, si estaban
en este vehículo, fue a través de un conocido de ambos que les avisó que
podían compartir el coche. Se trata de A.G.H., I.M.H.A. y G.G.H., que
testificaron lo mismo. Los tres viajaban en la parte de atrás del coche
después de que J.G.L. se ofreciera a llevarles para así no tener que
volver en autobús. Afirmaron que en ningún momento vieron una conducta
rara del conductor y que, a su juicio, no se pudo tratar de algo
premeditado.
Los tres acudieron al día siguiente al hospital por dolores en el
hombro, cuello y espalda aunque renunciaron a la posible indemnización
por mediación de un funcionario de los Juzgados que les aconsejó no
continuar. Posteriormente, además, el mismo detective se puso en
contacto con ellos que les obligó, según dijeron, a firmar la renuncia.
Al parecer, fue el propio detective el que dictó la redacción del
escrito procediendo posteriormente a la firma del mismo.
Por parte del otro vehículo estuvieron presentes A.M.H. y C.H.G.,
pareja sentimental, que según anunciaron viajaban con la prima del
primero y la pareja de esta, que no estaban citados a comparecer. Ambos
volvieron a reiterar la declaración del primer acusado y se reafirmaron
en que no había nada premeditado y que no conocían a los integrantes del
vehículo que les embistió.
El suyo propio quedó siniestro teniendo que
volver el conductor en la grúa que trasladó el turismo y los otros tres
integrantes en un taxi. Los dos acusados, por otra parte, también
declararon que sufrieron lesiones y que tuvieron que acudir al día
siguiente al hospital sin que se le emitiera factura y que si no
reclamaron fue debido a que estaban conformes una vez que estuvieron
recuperados y el pago del vehículo subsanado por parte del seguro.
Asimismo, también denunciaron amenazas y coacciones por parte del
detective privado, que les vigilaba, incluso, en la puerta de casa
aunque ellos no firmaron ningún tipo de renuncia y lo dejaron pasar. Sin
embargo, la prima y el novio de este aseguraron que sí se trataba de un
acto simulado, ante lo que ambos aseguraron que mienten. Posteriormente
del accidente, eso sí, aseguraron que no habían vuelto a hablar con
ellos.
Segundo accidente
En el suceso ocurrido en una rotonda de Cabrerizos el 22 de enero de
2012 también estuvo presente J.G.L., viajando en el mismo coche su
sobrino, R.G.S., actualmente en prisión por un delito de robo con
violencia, y S.G.C., su pareja, embarazada en aquel momento. Esta
versión es la que defienden los acusados ya que los otros dos acusados
que se encuentran en paradero desconocido habrían declarado
anteriormente que el sobrino sería el conductor del otro vehículo
presente en el siniestro y que la pareja no se encontraba en el lugar de
los hechos.
Sobre este accidente, J.G.L., volvió a reiterar que no fue simulado
pese a la insistencia de la acusación, y que no sufrió daños aunque su
esposa sí lo hizo. También declaró que en el otro coche la conductora
era A.P.M. pese a que los mismos acusados que no han comparecido,
A.M.S.R. e I.C.R.C., lo negaran anteriormente y afirmaran que fue un
accidente pactado.
Según A.P.M. de hecho, estos dos acusados, madre e hijo, viajaban en
su coche en el momento del accidente ya que la mujer era una amiga suya a
la que se había encontrado en la calle Comuneros prestándose a llevarla
a Cabrerizos, donde quería llegar. El accidente ocurrió pasadas las 22
horas cuando ella circulaba por dentro de la rotonda y un vehículo la
embistió por la parte derecha. Por este accidente ella fue
posteriormente indemnizada con más de diez mil euros aunque también
denunció presiones del detective sobre la retirada de la denuncia, hecho
que ella sí llevó a los Juzgados aunque luego llegara a un acuerdo por
el que retiraba la denuncia y la dejaban tranquila. El Ministerio
Fiscal, sin embargo, siguió adelante con la misma procediendo a la
absolución de dicho detective.
En el anterior juicio del accidente en el que también estuvo imputado
J.G.L., este no se presentó, por lo que la duda que le surgió al
abogado de la acusación era si no estaba apalabrado para luego
repartirse el dinero, hecho que negó A.P.M, quien no recordaba, según su
testificación, qué ocurrió con las otras personas ya que se mareó al
salir del coche y la atendió un Guardia Civil, primero, en el mismo
suelo y después una ambulancia.
R.G.S. y S.G.C., sobrino y pareja de J.G.L., también volvieron a
decir que el accidente fue real y en el caso de la segudna, reiteró
asimismo las amenazas que el detectivo le realizó a su pareja, hecho por
el que renunciaron a las indemnizaciones. Ambos, según comentaron, se
fueron del lugar de los hechos después de testificar ante la Guardia
Civil en la misma ambulancia ya que S.G.C. estaba preocupada por el
embarazo y tenía contracciones. De hecho, afirmó que no se le hubiera
ocurrido simular un accidente estando embarazada.